[ DISEÑO DE IMAGEN y SONIDO // FACULTAD DE ARQUITECTURA, DISEÑO y URBANISMO // UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES // 2010 ]

miércoles, 19 de mayo de 2010

DESDE PALABRAS AL GUIÓN

Nuestro trabajo parte de tres ejes principales que a su vez están interdeterminados. Estos son la integración, el interno y la locura. Consideramos que estas tres líneas son las disparadoras del documental. Por un lado, planteándonos el paradigma de la locura, cuáles son sus límites y quienes la definen. A partir de ello, podemos relacionar la locura con las dos posturas que pretendemos contraponer en nuestro trabajo y a su vez, con el lugar que esta ocupa hoy en día (siendo ubicada dentro de los neuropsiquiátricos). De esta manera, por un lado se ubican aquellos que están a favor del manicomio y por otro quienes pretenden su cierre y que la locura sea un tema a tratar como un departamento más de los hospitales públicos.

La segunda línea de abordaje, la integración, se desprende de lo anterior. Son los talleres que, a partir de la fomentación de la creación y el arte, pretenden la reinserción del paciente en la sociedad. Dentro de los talleres, también se discierne sobre el manicomio y sobre su posible cierre. Los actores sociales para nuestro caso serían el “Frente de artistas” y el “Centro Cultural Borda”, quienes, paradójicamente, persiguen un mismo fin (la integración del paciente) y comparten las mismas actividades, pero a partir de caminos opuestos.

En un tercer lugar, y como actor principal de nuestro documental se encuentra el paciente, quien, más allá de las opiniones de terceros es cuya opinión más nos interesa, ya que es quien permanece en el lugar. El objetivo del documental, es conocer a la persona detrás del interno institucionalizado, y que, de acuerdo al hospital, debe ser permanente por lo que debe permanecer encerrado allí. La idea es mostrar como el interno se resiste a este encierro y a la soledad, a partir por ejemplo, de los talleres.

Creemos que en el hospital Borda se crea un muro. Palabras que son utilizadas coloquialmente en el lugar, como por ejemplo, “Pabellón”, dan cuenta de ello. Este muro es lo que genera el encierro, la soledad y es lo que nos lleva a preguntarnos si, más allá de los talleres, este espacio posibilita la reintegración del paciente. La pregunta es si en algún momento quien estuvo en el hospital, puede volver a reinsertarse en la sociedad, o si se verá estigmatizado ante los demás por pertenecer al "Borda" o si realmente mostrará condiciones que le permitan reintegrarse.

A su vez, este “muro” separa varias cosas. Por un lado, para aquellos que están en el lugar, dejan de ser personas, para pasar a ser considerados, “internos”. Esta división los enajena y los hace perder su condición que también les permitiría el reintegro con la sociedad. Están de algún modo condicionados y sujetos al hospital, más allá de ser externados. Carecen de recursos, dinero y a veces hogar y familia como para poder sustentarse por sus propios medios luego de abandonar el hospital. Esta enajenación se da a partir de los prejuicios, que de manera aún abstracta, separan a quien está dentro, de quien está fuera del hospital.

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